Profundamente creo que un buen mentor tiene que tener varias características que rozan los imprescindible.

Una es la capacidad de

reconocer sus experiencias como nutritivas para otros,

dejando de lado la falsa humildad que tantas veces entorpece la posibilidad de reconocer como valioso algo propio, en particular en este caso, las experiencias de vida.

Otra característica de quien ejerce la mentoría es la generosidad del dar,

teñida con la pizca de vulnerabilidad necesaria para transmitir hasta los tragos amargos, los cuales son igualmente valiosos para el mentorado.

Sin dudas la humildad es otra característica imprescindible, sobre todo para hacer los aportes a medida del otro y no desde el propio ego.

Una buena dosis de empatía

no puede faltar, ya que con ella, entre otras cosas, conectaremos con el proceso del mentorado.

Y aunque la lista puede continuar, creo que otra característica imprescindible es la facultad de transmitir con la firmeza de la convicción amorosa, la cual sostendrá al mentorado en el camino a su objetivo, traspasando sus miedos y accionando con confianza.

En este video, te cuento más sobre la mentoría.

Podemos hacer juicios: libres interpretaciones desde nuestra mirada.

Podemos, en ocasiones, estar un tanto cerca de “acertar” con lo que el otro está viviendo.

 

Podemos, en otras, “errar” absolutamente en la interpretación. 

Pero de algo estoy segura: NO TENEMOS NI IDEA DE LO QUE LA OTRA PERSONA ESTÁ VIVIENDO.

 

A veces será porque el otro guarda intencionalmente información que no siente deseo de compartir.

 

Otras veces será porque deja vacíos de información que llenamos de manera inconsciente con datos falsos. 

 

Habrá momentos en que nuestras experiencias tiñan tanto la situación que desestimemos o pasemos por alto algunos datos.

 

Las razones que abonen ese “no saber” pueden ser muchísimas.

 

Las posibilidades de saber al 100% lo que el otro está viviendo son nulas.

 

Por eso creo que tomar consciencia de esto, puede evitarnos malentendidos, puede invitarnos más a la empatía y, con seguridad, puede llevarnos a un terreno más tranquilo al dejar de juzgar al otro cuando no tenemos ni idea de cuál es la conquista interior que está llevando a cabo.