Profundamente creo que un buen mentor tiene que tener varias características que rozan los imprescindible.
Una es la capacidad de
reconocer sus experiencias como nutritivas para otros,
dejando de lado la falsa humildad que tantas veces entorpece la posibilidad de reconocer como valioso algo propio, en particular en este caso, las experiencias de vida.
Otra característica de quien ejerce la mentoría es la generosidad del dar,
teñida con la pizca de vulnerabilidad necesaria para transmitir hasta los tragos amargos, los cuales son igualmente valiosos para el mentorado.
Sin dudas la humildad es otra característica imprescindible, sobre todo para hacer los aportes a medida del otro y no desde el propio ego.
Una buena dosis de empatía
no puede faltar, ya que con ella, entre otras cosas, conectaremos con el proceso del mentorado.
Y aunque la lista puede continuar, creo que otra característica imprescindible es la facultad de transmitir con la firmeza de la convicción amorosa, la cual sostendrá al mentorado en el camino a su objetivo, traspasando sus miedos y accionando con confianza.
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